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Encontrando gratitud en los desafíos de la vida: una reflexión de Acción de Gracias



Mientras reflexionaba sobre lo que agradezco, un compañero chamán compartió un profundo recordatorio: no todos los momentos de la vida merecen gratitud, al menos no al principio. Piensa en esas experiencias humillantes: un accidente automovilístico, un doloroso percance en la cocina, una caída que te envía a urgencias o incluso la pérdida de un trabajo. En esos momentos, la gratitud suele ser lo más alejado de nuestras mentes.


Pero a los chamanes se les enseña a ver más allá de la superficie de esos eventos, viéndolos no como desgracias sino como oportunidades, incluso regalos. Quizás te preguntes: ¿Cómo es posible que esto sea cierto?


Los desafíos de la vida a menudo sirven como una llamada de atención. Un accidente grave, por ejemplo, puede impulsarte a reevaluar tu camino. Puede obligarte a reunir el coraje para aceptar lo desconocido, un coraje que nunca te diste cuenta de que tenías hasta que te enfrentaste a la posibilidad de perderlo todo. Estos momentos nos instan a hacernos preguntas difíciles: ¿hacia qué dolor o patrón he estado corriendo que ahora se ha manifestado físicamente? ¿Qué está tratando de enseñarme el universo, Dios o una fuerza superior a través de esta experiencia?


Tomemos como ejemplo la pérdida de un trabajo. Al principio, parece como si nos hubieran quitado la alfombra de debajo de nuestros pies. Puede que nos sintamos derrotados, incluso victimizados. Pero con el tiempo, es posible que veamos el lado positivo: la libertad de buscar una nueva carrera, crear un horario más saludable o, finalmente, pasar más tiempo con nuestros seres queridos. A veces, un revés financiero inspira a los miembros de la familia a unirse y compartir la carga de maneras nuevas y significativas.



La verdad es que los desafíos de la vida nos moldean de maneras que la comodidad nunca podría. Ponen a prueba nuestra resiliencia y nos impulsan a volvernos más fuertes y más sabios. Sin estos momentos de dificultad, tal vez nunca descubramos la profundidad de nuestra fortaleza o la claridad que puede traer la adversidad.


Así pues, al reunirnos en este Día de Acción de Gracias, tomémonos un momento para agradecer no solo las bendiciones obvias (la alegría, la abundancia, el amor), sino también los desafíos que nos han formado. Estas son las experiencias que profundizan nuestra perspectiva, nos recuerdan lo que realmente importa y nos guían hacia la vida que estamos destinados a vivir.


Brindemos por la gratitud por todos los momentos de la vida: los buenos, los difíciles y los transformadores.



 
 
 

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